Si hay algo que he aprendido en más de cinco décadas de profesión es que la piel sensible necesita un cuidado especial. Es como un cristal fino: bello, luminoso, pero vulnerable a cualquier roce, a los cambios de temperatura, al estrés, a los excesos del sol o incluso a un cosmético mal elegido. En mi consulta veo a diario personas que llegan desesperadas porque sienten que nada les funciona. Y en muchos de esos casos, un ingrediente se convierte en nuestro mejor aliado: el pantenol.
Conocido también como provitamina B5, el pantenol tiene la virtud de ser al mismo tiempo sencillo y extraordinario. No es una moda ni un activo pasajero. Es un clásico de la dermocosmética que sigue vigente porque funciona. Y porque lo hace justo en lo que más necesita la piel sensible: calmar, reparar y proteger.
El aliado que entiende tu piel
La magia del pantenol empieza en el momento en que lo aplicamos. Se absorbe con facilidad y, al entrar en contacto con la piel, se transforma en vitamina B5 activa, esencial para la regeneración celular. Por eso decimos que no solo cuida desde fuera, sino que actúa desde dentro, activando la propia capacidad de la piel para repararse.
Cuando trabajamos con él en cabina, noto cómo las pieles más reactivas lo reciben con alivio inmediato. Ese enrojecimiento que tanto incomoda comienza a ceder, la sensación de ardor se atenúa y aparece un confort que casi se puede ver en el rostro del paciente.
Sus tres virtudes principales
1. Calma lo que la piel grita
La piel sensible habla: se enciende, se irrita, arde. El pantenol responde de inmediato con un efecto calmante y antiinflamatorio que devuelve la serenidad al cutis. Es como poner un bálsamo de confianza sobre la piel alterada.
2. Repara desde dentro
Una de las grandes debilidades de la piel sensible es que su barrera cutánea está alterada. Eso significa que pierde agua con facilidad y se expone a los agresores externos. El pantenol ayuda a reconstruir esa muralla natural, favoreciendo la síntesis de lípidos y devolviendo resistencia y elasticidad.
3. Protege y fortalece
No se queda en un alivio momentáneo. El pantenol prepara la piel para que sea más fuerte frente a factores que antes la hacían sufrir: cambios de temperatura, contaminación, viento, calefacción o el estrés diario.
¿Dónde encontramos el pantenol?
El pantenol es un ingrediente tan noble y versátil que aparece en multitud de fórmulas:
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Cremas hidratantes para piel sensible: perfectas para uso diario.
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After sun: imprescindible para calmar y regenerar después de la exposición solar.
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Mascarillas y tratamientos en cabina: donde actúa como potenciador de la regeneración.
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Bálsamos labiales y cremas de manos: porque no solo la cara necesita cuidados especiales.
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Productos infantiles: si es seguro para la piel de un bebé, lo es para todos.
En mis centros, lo utilizamos tanto en tratamientos de choque —cuando la piel llega alterada y pide auxilio— como en rutinas de mantenimiento. Es esa base sólida sobre la que podemos construir otros cuidados más sofisticados.
Comparte escenario con otros grandes activos
Siempre digo que la piel, como nosotros, agradece el trabajo en equipo. El pantenol combina maravillosamente con otros ingredientes como el ácido hialurónico, que hidrata en profundidad, o la niacinamida, que refuerza aún más la barrera cutánea. La sinergia entre ellos potencia resultados y convierte la rutina de cuidado en un ritual completo.
Consejos prácticos para incorporarlo
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Inclúyelo en tu rutina diaria: ya sea en crema, serum o mascarilla, úsalo cada mañana y noche.
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Escúchalo en las estaciones extremas: en verano, tras la exposición solar; en invierno, frente al frío y la calefacción.
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No temas usarlo tras tratamientos médicos o estéticos: láser, peelings o micropunciones. Ayuda a acelerar la reparación y evitar la irritación.
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Combínalo con gestos de autocuidado: un masaje suave, unos minutos de respiración consciente… Porque la piel sensible también refleja lo que sentimos por dentro.
Mi experiencia personal con el pantenol
He visto pieles apagadas, irritadas, llenas de rojeces, transformarse en cutis calmados, hidratados y llenos de vida gracias al uso constante del pantenol. Es un activo que devuelve confianza, no solo a la piel, sino también a quien la habita. Porque cuando la piel se calma, también lo hace el ánimo.
Recuerdo a una paciente joven que no soportaba maquillarse porque todo le daba reacción. Tras incluir productos con pantenol en su rutina y reforzarlo en cabina, en pocas semanas no solo tenía la piel más equilibrada: me confesó que había vuelto a sentirse cómoda al mirarse en el espejo.
Por eso siempre digo que el pantenol es como un buen amigo: está ahí cuando lo necesitas, nunca falla y siempre suma. Si tu piel es sensible, irritada o simplemente quieres darle un respiro de confort, no lo dudes: hazle un hueco en tu rutina. Tu piel te lo agradecerá.
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